Cuando nos entregamos a la aventura del autoconocimiento, nos adentramos en un camino de luz y sombras.
Los momentos de luz en nuestro camino pueden ser aquellos en los que, repentinamente, somos conscientes de algo que ya desde siempre estaba en nosotros y de lo que
sin embargo nunca nos habíamos dado cuenta. Esos momentos de luz los percibimos siempre como muy liberadores, clarificadores, reconfortantes.
Otros momentos sin embargo pueden ser dolorosos, son "momentos sombríos". Son momentos en los que nos hacemos conscientes de que ciertas ideas, en las que habíamos creído durante toda nuestra vida,
ciertos valores, con los que habíamos contado siempre, no solamente son inútiles, si no incluso dañinos. De repente nos damos cuenta, de que nos hemos engañado a nosotros mismos. Son momentos
decepcionantes, que tienen el carácter de una gran pérdida, que nos desilusionan y que pueden producirnos un profundo sufrimiento.
El sentido del humor puede convertir en estos momentos oscuros a nuestro sufrimiento al menos en un "sufrimiento benevolentemente compartido". Un momento así nos brinda la
posibilidad de desarrollar compasión con nosotros mismos, aprendiendo a tomar y a aceptar las cosas tal y como son. Y es exactamente ahí donde puede dar comienzo la
transformación.
Cariñosamente comenzamos a tomar nuestra vida bajo nuestra tutela.